martes, 25 de febrero de 2014

mareas de borrascas

   MAREAS DE BORRASCAS.
Gijón :
Una espectacular pleamar obliga a cortar el tráfico en uno de los dos carriles del Muro y provoca sustos a los conductores que circulan hacia El Molinón 

Olas de cuatro metros medidas en la boya más próxima a la bahía de San Lorenzo, que eran de seis metros medio kilómetro al Norte de El Musel, provocaron durante la pleamar vespertina de ayer un impresionante espectáculo a los curiosos que trataban de conseguir las mejores fotografías en el Muro y algún que otro susto a los automovilistas que se vieron sorprendidos por la circunstancia de que la mar saltó hasta los carriles de circulación más alejados de la playa. Testigos de la situación informaron a EL COMERCIO de que algunos golpes de mar lanzaron a tierra trozos de madera arrastrados probablemente hasta la bahía por el río Piles.
La Policía Local tuvo la precaución de cerrar temporalmente tanto el paseo como la circulación por el carril reservado para ciclistas y el que utilizan los automóviles más próximo a la mar.
Tres circunstancias simultáneas propiciaron que las olas invadiesen reiteradamente la avenida de Rufo García Rendueles como muchos gijoneses nunca habían visto con anterioridad.
Por una parte, el temporal marítimo que estos días azota la costa asturiana justifica por sí mismo el inusual espectáculo. Por otra parte, febrero comenzó con las mareas más vivas que tendrá el mes, es decir, aquellas en las que las pleamares son más altas y las bajamares son más bajas, de forma que la agitación es más notoria. A las 17.38 horas, hora oficial (una hora menos por el horario solar), la pleamar era de 4,48 metros. Pero, además, los daños causados en los botaolas del Muro por temporales anteriores, que no pudieron ser reparados antes de que llegaran los actuales, facilitan que la mar salte hasta el paseo y la carretera.
También destacable es que la mar se tragó la desembocadura del Piles y el agua corría cauce arriba hasta cerca de las inmediaciones de El Molinón.
Vigilancia
Si fueron muchos los curiosos que se acercaron a presenciar el espectáculo de la mar embravecida, con gran concentración de cámaras fotográficas, también fue abundante el dispositivo policial habilitado para evitar imprudencias y accidentes. La Policía Local acordonó una amplia zona del Muro en las horas más próximas a la pleamar y los agentes permanecieron atentos, incluso cuando el peligro no resultaba evidente, para nadie arriesgara la vida con el objetivo de conseguir una buena imagen.


 El Muro de San Lorenzo cerrado, la caseta de salvamento destrozada,  los botaolas de piedra arrancados de cuajo, las barandillas  de no se cuantas escaleras arrancadas, los escalones de varias escaleras arrancados, los cimientos de la Escalerona  y los cimientos de varias partes del muro socavados y al aire libre, una fisura a lo largo de todo el paseo  que empieza en la Escalerona y termina cerca del Piles, las olas superando el paseo, el carril bici, y la carretera (hasta que acaben entrando en los garajes), gastos cuantiosos, durante el verano nos encontramos que no hay arena para los usuarios de la playa y el Sr. Concejal del ramo diciendo que aquí no pasa nada. 
       Al parecer son los elementos, contra los que no se puede hacer nada, sin embargo a 300 m. , en la playa de Poniente no pasa absolutamente, las olas mueren en la orilla de la playa sin llegar al muro. La única diferencia entre las dos playas es que la de Poniente (antes Playa de Pando), se regeneró mediante aporte de arena y asegurando convenientemente que se mantenga alli.El estudio de impacto ambiental de la ampliación del Puerto del Musel obligaba a éste a destinar 1 millón de € para aportar arena a la playa de San Lorenzo, sin embargo, increiblemente Foro, por boca de su Alcaldesa, delegada de medio ambiente,  eximió públicamente al puerto de su obligación de aportar arena, recuérdese su famosa frase "La playa no se toca".
 Ahora para marear la perdiz, como solución, Foro crea un observatorio de la playa, encargando su presidencia al geólogo que hace  más de 20 años se opuso a regenerar la playa de San Lorenzo(hemeroteca),  cuando había fondos europeos para ello.  La ineficacia al poder.



Luanco:
Los luanquinos imploraron auxilio al Cristo del Socorro, su patrón, que estos días viste de fiesta. Y es que el Cantábrico castigó sin piedad a la villa marinera desde la madrugada hasta la media tarde de ayer, después de la pleamar, y dejó un rastro de pérdidas millonarias: seis locales hosteleros arrasados por el mar, viviendas anegadas, media docena de lanchas dañadas, calles enlodadas y cuantiosos daños materiales en El Conventín y en el paseo de la playa. Aseguran los vecinos que, una vez más, como en la galerna del 5 de febrero de 1776, el Cristo obró un milagro: pese a las decenas de personas que disfrutaban de la noche festiva en Luanco, sólo una que dormía a la intemperie precisó asistencia médica, y otra, anciana, fue evacuada. Otras diecisiete, todas ellas residentes en el edificio El Palacio, fueron desalojadas por precaución, y el gobierno local les facilitó alojamiento en el albergue de Santolaya.
El azote de las olas que según algunos testigos alcanzaron los doce metros de altura, el equivalente a un edificio de cuatro alturas comenzó a eso de las cuatro de la madrugada. Entonces muchos vecinos apuraban los últimos tragos antes de regresar a casa. El viento soplaba gélido, del Noroeste. Dos horas después, montañas de agua arrasaron con todo lo que encontraron a su paso. La villa quedó a oscuras. Pensé que me ahogaba, sentenciaba José Ramón Gutiérrez, trabajador del restaurante La Ribera, uno de los locales engullidos por la mar. Una ola me llevó hacia la parte de atrás del bar y me cayó encima un banco de madera maciza. El agua me llegaba al cuello y pensé que me ahogaba, explicaba ayer el camarero aún con el susto en el cuerpo y un ligero dolor de piernas. Gutiérrez, de 43 años, asegura que jamás había visto al Cantábrico tan enfurecido.
Antonio Ibáñez fue quien libró a su compañero del embate de las olas. Eran poco más de las cinco y media de la mañana cuando las cuatro personas que estaban en el local escaparon y dejaron el bar a merced del mar. Emilio Gallo, de El Café del Mar, vivió una situación similar. Ayer a mediodía el bar en el que trabaja era un amasijo de muebles, máquinas, electrodomésticos, botellas y cristales. Lo que vivimos de noche fue más que una galerna, precisaba. Por la tarde, el mismo bar sufrió un cortocircuito.
Alicia Fernández, de El Balneario, confirmaba las palabras de Gallo. Gracias a Dios que ya teníamos el bar cerrado; si no, habríamos muerto, decía esta mujer que apenas podía contener las lágrimas. Echaba en falta colaboración municipal. Fernández regenta el bar desde octubre.
Juan García González, conocido como «el Maruxo, también se mostró consternado. Su lancha, Capitán Jano, fue un juguete para las olas en el muelle viejo. Tengo 80 años y jamás había visto algo así, decía. Mario Álvarez Buylla y Terina García intentaron izar el chalano, pero no hubo suerte. Con cada nuevo golpe de mar, el terror se apoderaba de los luanquinos. Pasamos mucho miedo; fue horrible, como un tsunami, decía ayer Silvia Fernández, aún desconcertada por el suceso. Nunca vi algo tan terrible, precisaba Yolanda Fernández desde la vivienda de su tía, Raquel González, mientras sacaba de la casa varios montones de ropa. La marea se había llevado por delante la puerta y la ventana de la planta baja del inmueble.
El Cantábrico no respetó siquiera la capilla de San Juan. La mar entró en el templo ocasionando destrozos en la imagen de San Ramón, que amaneció decapitado, y de un Cristo. Nos ha destrozado la puerta, las sillas... Esto es horrible, clamaba entristecida Constancia García Morán, encargada de cuidar la ermita. Ayer a mediodía los vecinos sollozaban por las pérdidas, pero miraban al horizonte, y cruzaban los dedos ante la posible fuerza de la pleamar de la tarde. Tenemos los nervios a flor de piel. Estamos apuntalando el bar para evitar más destrozos, decía un hombre en El Marino.
Después de un vermú en bajamar, cientos de personas más que cualquier domingo en las fiestas del Socorro, a juicio los vecinos acudieron hasta la villa luanquina para comprobar los efectos del temporal en pleamar, a eso de las seis y media de la tarde. Profesionales de la Policía Local (trabajaron en turno de noche), Bomberos de Asturias, Cruz Roja y Protección Civil con personal desplazado para la ocasión desde Oviedo y Pola de Siero cortaron varias calles del centro de Luanco y el paseo del muelle a La Ribera para evitar incidencias. Nadie resultó herido.
Para esta madrugada el gobierno local preveía de nuevo el azote de las olas. Entre los afectados hay quien echa la culpa a las obras de El Musel y del puerto de Gayo, ambas ejecutadas casi al tiempo. En manos de los técnicos está ahora analizar un posible cambio de dirección de las corrientes. De momento, hoy continuarán los festejos en Luanco, pero la imagen seguirá siendo dantesca. El Cristo del Socorro salvó a los suyos, pero la mar engulló la villa.


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